Los valores éticos son principios de conducta que guían a los seres humanos a vivir en armonía y alcanzar su máximo potencial tanto personal como social; por eso, es fundamental promoverlos en el entorno familiar y educativo.
Los valores éticos son esenciales para la convivencia en una sociedad. Aunque estas guías de comportamiento pueden variar según el contexto cultural y social, así como por las creencias políticas o religiosas, existen ideales éticos universales compartidos por personas a lo largo de la historia. Fomentar y fortalecer los valores éticos es una tarea crucial que debe realizarse tanto desde la familia como desde la educación.
La definición de valores éticos es muy clara: son principios o ideales de comportamiento que orientan la conducta de las personas y señalan los mejores fines que podemos alcanzar. Ayudan a las personas a distinguir entre lo bueno y lo malo, y entre lo socialmente aceptable y lo que no lo es.
Estos principios se desarrollan a lo largo de la vida de las personas, a partir de sus experiencias familiares, sociales y educativas. Además, están influidos por la cultura, el contexto histórico en el que se vive, los medios de comunicación y las creencias religiosas, políticas, entre otras.
Características de los valores éticos
Para comprender mejor qué son los valores éticos, es importante conocer sus principales características:
- Relativos: tienen un carácter relativo porque se manifiestan en la vida cambiante de cada persona. Lo que puede ser un comportamiento ético o positivo para una persona, no necesariamente lo es para otra. Aristóteles da el ejemplo de la comida: la dieta de un atleta no puede ser la misma que la de una persona enferma.
- Universales: tienen un carácter universal cuando representan los mejores bienes a los que pueden aspirar las personas y las sociedades.
- Cotidianos: los individuos los aplican en sus relaciones diarias con los demás (la ética no consiste en resolver decisiones imposibles, sino en guiarnos de la mejor manera en la vida cotidiana).
- Perdurables: son principios que difícilmente cambian con el tiempo.
- Transmisibles: se transmiten de generación en generación y su enseñanza no solo es teórica, sino que se difunden a través del ejemplo de padres, educadores y personas cercanas.
Ejemplos de valores éticos
Los ejemplos de valores éticos son diversos y se reflejan en los comportamientos diarios de las personas. Algunos de ellos son:
- Justicia: consiste en dar a cada persona lo que le corresponde o lo que es debido.
- Honestidad: no engañar, no mentir y actuar con sinceridad; que la forma de pensar y actuar sean coherentes entre sí.
- Lealtad: es el sentimiento de respeto y fidelidad, incluso en circunstancias adversas, hacia una persona, una organización, un compromiso, una nación u otro tipo de entidad.
- Tolerancia: es el respeto íntegro hacia las demás personas, sin importar sus diferencias de opinión, características o comportamiento.
- Perseverancia: es el esfuerzo continuo que realiza una persona para alcanzar un objetivo. Se trata de no rendirse ante las dificultades que se presentan.
- Gratitud: se manifiesta cuando alguien aprecia los distintos aspectos que le ofrece la vida y reconoce el papel que desempeñan otras personas en su bienestar.
- Solidaridad: consiste en la colaboración mutua entre las personas. Se manifiesta cuando los miembros de una comunidad son capaces de actuar como un todo.
- Respeto: dicta la consideración y atención con la que se debe tratar a los demás seres humanos.
Si estás interesado en saber más sobre cómo se promueven estos valores en el contexto peruano, puedes consultar fuentes como el Ministerio de Educación del Perú o el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, que frecuentemente abordan la importancia de los valores éticos en la formación integral de las personas.
Aplicación práctica de los valores éticos
Además de comprender qué son los valores éticos y por qué son importantes, es esencial saber cómo aplicarlos en situaciones cotidianas. Estos valores no solo son principios abstractos, sino guías concretas que pueden orientar nuestras decisiones y acciones diarias.
Por ejemplo:
- Justicia en la vida diaria: Aplicar la justicia en el día a día puede significar algo tan simple como dar el crédito adecuado a una persona por su trabajo o asegurar que todos tengan las mismas oportunidades en un entorno laboral o escolar.
- Honestidad en las relaciones personales: Ser honesto no solo significa decir la verdad, sino también ser coherente entre lo que se piensa, dice y hace. Esto fortalece la confianza y el respeto mutuo.
- Solidaridad en la comunidad: Ayudar a los demás, especialmente en momentos de necesidad, es una forma concreta de vivir la solidaridad. Esto puede manifestarse en voluntariados, ayuda mutua entre vecinos, o apoyando causas sociales.
Al integrar estos valores en nuestras acciones cotidianas, no solo mejoramos nuestras vidas, sino que también contribuimos a una sociedad más justa y armoniosa.
Ética y sociedad: la relevancia de esta relación
Los conceptos de ética y sociedad están estrechamente ligados. La ética es una rama de la Filosofía que se dedica a analizar la conducta humana y las razones por las cuales ciertas situaciones son consideradas buenas o malas dentro de una sociedad. Por otro lado, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la sociedad como un “conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes”.
El ser humano, al ser un animal social, vive y se relaciona con otros, compartiendo intereses y habitando un territorio. Esta convivencia presenta ciertas dificultades, las cuales pueden resolverse con criterios éticos. Freud sostenía que la vida en sociedad es necesaria para nuestra supervivencia, pero al mismo tiempo, nos vuelve progresivamente neuróticos. Esto es algo cuestionable: en realidad, la vida en sociedad nos ayuda a desarrollarnos como personas y a alcanzar bienes comunes que de otro modo no podríamos obtener.
De esta manera, la ética forma una parte esencial de la sociedad. Por esta razón, las primeras organizaciones sociales (como la familia y la comunidad) son fundamentalmente éticas, y por ello, también los gobiernos e instituciones buscan promover ciertos valores éticos que consideran positivos entre los individuos, con el objetivo de buscar el perfeccionamiento, mejorar el bienestar general y fomentar una convivencia armónica.
Los valores que se promueven desde la ética son tan importantes que terminan influyendo en la manera en que evoluciona una sociedad. Por esta razón, es fundamental fomentarlos en todas las etapas educativas.
La carrera en Filosofía, Política y Economía constituye una herramienta idónea para adquirir los conocimientos necesarios para enseñar a las nuevas generaciones la importancia de aplicar estos valores en su vida diaria.
La educación en valores cívicos y éticos
Para construir un mundo más sostenible, justo e inclusivo, es crucial promover una educación en valores cívicos y éticos. Además, este tipo de formación impulsa el crecimiento personal de los individuos y les ayuda a clarificar cuáles son sus objetivos de vida.
El Sistema Educativo Peruano también reconoce que esta clase de educación “constituye la base fundamental para el ejercicio crítico y responsable de la ciudadanía y para la educación integral de las personas”.
De manera general, se busca desarrollar ciertas competencias en el alumnado:
- Autoconocimiento y desarrollo de una autonomía moral.
- Comprensión del marco social de convivencia y el compromiso con los valores, principios y normas que lo conforman.
- Promoción de actitudes compatibles con un entorno sostenible.
- Desarrollo de la sensibilidad ante los problemas éticos, cívicos y ecosociales que enfrentamos en la actualidad.
Para formar una ciudadanía consciente, global, libre, comprometida y participativa, es necesario emplear actividades de aprendizaje significativas para el alumnado. Al enseñar a pensar en el aula, se contribuye a que las nuevas generaciones sean más críticas, reflexivas y autónomas.
Es posible aprender cómo enseñar filosofía de manera atractiva, así como la mejor forma de transmitir valores éticos a los estudiantes. Algunas de las estrategias que aplican los docentes en clase son:
- Fomentar debates sobre cuestiones morales y temas de actualidad.
- Identificar los prejuicios y estereotipos presentes en la sociedad y analizar cómo afectan a las personas.
- Reflexionar sobre las consecuencias del consumismo y la importancia de reducir los desechos.
- Propiciar que los estudiantes expresen y defiendan sus opiniones.
- Ayudarles a plantear discrepancias sin temor.
- Ofrecer herramientas reflexivas para que valoren su propio comportamiento (“una vida sin examen no merece ser vivida”, decía Sócrates).
Dependiendo de la edad de los alumnos y del contexto en el que se desenvuelven, será necesario ajustar las actividades en clase. Por ello, es crucial que los docentes cuenten con una formación específica en la materia.