Una estrategia que debe ser entendida como un proceso dinámico y participativo, que busque no solo integrar a las comunidades en el mercado, sino también transformar las estructuras que generan exclusión y desigualdad en el continente.

La intervención social comunitaria en América Latina se desarrolla en un escenario marcado por profundas desigualdades, exclusión, pobreza, diversidad étnica y cultural. Estos desafíos no son aislados, sino que están ligados a las estructuras económicas y sociales de la región las cuales se mantienen dentro de unos modelos de bienestar tradicionales y conservadores que han de adaptarse para dar solución a dichas problemáticas.
Los profesionales que trabajamos en este campo, ya sea en zonas rurales o urbanas, enfrentamos la tarea de diseñar y ejecutar programas que no solo alivien las condiciones inmediatas (intervenciones de emergencia) de las comunidades, sino que también promuevan cambios estructurales duraderos. Sin embargo, para lograrlo, es esencial comprender las dinámicas específicas de cada territorio y adaptar las estrategias y modelos a las necesidades reales de la población, afrontando en algunas ocasiones las dificultades que plantean las mismas estructuras burocráticas.
¿Qué tan importante es el contexto?
En la intervención social, ya sea individual, grupal o comunitaria no podemos desligarnos del contexto político, económico y cultural en el que estamos inmersos como individuos o sociedades. Las políticas sociales, que definen el rumbo de las intervenciones, suelen abordar mayormente la pobreza y la desigualdad rural o urbana desde una perspectiva limitada, tratándolas como problemas individuales en lugar de reconocerlas como síntomas de un sistema más amplio o estructural.
Esta mirada hace que se reduzca la capacidad de las intervenciones para generar transformaciones profundas, ya que se enfocan en integrar a las personas o comunidades “al mercado” sin plantear reformas de calado de las estructuras que podrían tener un efecto positivo a la hora de combatir la exclusión y marginalidad.
En este sentido, la intervención social comunitaria no debe limitarse tampoco a ofrecer servicios o programas asistenciales. Su verdadero potencial radica en su capacidad para cuestionar y transformar las condiciones que generan desigualdad en el campo y las ciudades. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir nuestras prácticas en una herramienta que mantiene a las comunidades en un estado de dependencia, sin abordar las causas de raíz.
¿Cuáles son los mayores retos para la intervención social en lo rural?
En las zonas rurales de Latinoamérica, la intervención social enfrenta retos particulares:
- La ruralidad es diversa y compleja, no se limita a la agricultura.
- Existe una visión idealizada del campo que ignora conflictos y tensiones.
- La cohesión comunitaria no siempre está presente, especialmente en zonas afectadas por violencia.
- Los proyectos suelen tener resultados lentos, lo que genera desconfianza y deserción.
- Es clave reconocer a la familia campesina como unidad productiva y diseñar estrategias sostenibles.
¿Y en la intervención social en lo urbano?
El contexto urbano no es menos desafiante. En las ciudades latinoamericanas, la intervención social comunitaria se enfrenta a desafíos distintos pero igualmente complejos. La pobreza urbana está marcada por la expansión de las ciudades, el desempleo y la precariedad laboral. En definitiva, los retos en la intervención social urbana son:
- La pobreza urbana está marcada por desempleo, informalidad y falta de servicios básicos.
- La migración interna genera asentamientos informales y barrios marginales.
- Las redes comunitarias son más débiles; la supervivencia depende del acceso al dinero.
- Se agravan problemas como hacinamiento, exclusión y conflictividad social.
Aspecto | Entorno rural | Entorno urbano |
---|---|---|
Cohesión comunitaria | Puede estar fragmentada por conflictos o desconfianza. | Más débil; predominan relaciones individuales. |
Acceso a servicios | Limitado, pero con redes familiares de apoyo. | Mayor oferta, pero con barreras económicas y sociales. |
Economía | Basada en agricultura e informalidad. | Dependencia del dinero para acceder a bienes y servicios. |
Migración | Migración hacia ciudades por falta de oportunidades. | Migración interna genera hacinamiento y precariedad. |
Intervención efectiva | Requiere diagnóstico local y fortalecimiento de capacidades comunitarias. | Necesita abordar causas estructurales y promover inclusión social. |
¿Cómo intervenir desde lo social y comunitario?
La intervención social comunitaria debe entenderse como una estrategia para promover cambios estructurales en las comunidades. Esto implica ir más allá de la provisión de servicios y trabajar desde un enfoque participativo que involucre a las comunidades en la identificación de sus necesidades y en la formulación de soluciones a corto, mediano y largo plazo.
Una intervención social efectiva debe:
- Ser participativa y adaptada al contexto.
- Diagnosticar con rigor las necesidades reales.
- Establecer relaciones de confianza con las comunidades.
- Fomentar la autogestión, la creación de capacidades y la conciencia política.
- Tener objetivos claros, medibles y sostenibles.
Por último, la figura deltrabajador social desempeña un papel clave como puente entre las comunidades y las instituciones, facilitando procesos de transformación social desde una perspectiva participativa. Su conocimiento del territorio y su capacidad para generar vínculos de confianza lo convierten en un agente esencial para identificar necesidades, movilizar recursos y promover el empoderamiento colectivo, tanto en contextos urbanos como rurales.
(*) Luz Helena Betancourt Escobar es un psicóloga con una amplia experiencia docente e investigadora internacional, con 18 años de trabajo en consultoría para asuntos y proyectos de intervención y gestión social y comunitaria. Licenciada en Psicóloga por la Universidad de Manizales (Colombia), cuenta con un Máster en Políticas Públicas y Gobernabilidad, Procesos de Integración y Desarrollo Territorial de la Universidad de DEUSTO (Bilbao, España) y de la Universidad de Palermo (Italia). Es profesora del Máster de Cooperación Internacional de UNIR.