Expertos sostienen que la posición de director ejecutivo es a la que todo profesional desea llegar, por lo que la educación especializada brinda la preparación necesaria para ejercer este rol con éxito y responsabilidad.
La Maestría en Administración de Empresas (MBA) no debe ser vista solo como un título académico más para los estudiantes, ya que los beneficios que proporciona son concretos a nivel laboral en el camino de aquellos profesionales que buscan ser un director ejecutivo (CEO) de una compañía.
“El MBA te da capacidades para potenciar el modelo de negocio, complementado con habilidades blandas de liderazgo en un mundo competitivo por la transformación digital”, señaló Ángel Andreu, director ejecutivo del MBA de UNIR y uno de los cuatro participantes de la Mesa Redonda “Consejos de CEO” del Fórum MBA.
Otras habilidades que también se logran adquirir en un MBA son la capacidad preventiva y de mirar a futuro en un negocio para mantener una permanente innovación. “Son herramientas esenciales del núcleo de lo que es un MBA frente a otro tipo de formaciones más especializadas, más técnicas, más de profundización”, añadió.
Aseguró también que la formación de estas maestrías incide en la capacitación de saber dirigir una empresa, la capacidad de convertirse en comunicador, de ser líder y para lograr ser el pilar fundamental que sostiene al negocio.
“Lo que uno aprende muchas veces en las maestrías de negocios es la importancia que tiene la cultura empresarial. Las herramientas, los conceptos, metodologías para entender los procesos de los negocios son importantes, pero la cultura es lo que también le da sostenibilidad al negocio”, comentó por su parte Luis La Madrid, profesor de Pacífico Business School.
La moral del individuo debe estar alineada con la cultura de la empresa.
El docente precisó que la cultura organizacional permite fijar una meta común y que los colaboradores se identifiquen con la empresa de algún modo. “Cuando uno estudia una maestría en negocios tiene que construir una cultura en la empresa que se blinde de los antivalores que lo puedan estar rodeando, como la desconfianza”, dijo.
Asimismo, remarcó que en los MBA ponen a prueba a los estudiantes al obligarlos a tomar decisiones basadas en la ética en casos reales a fin de convertirse en buenos CEO en el futuro. “Un directivo que tiene en mente el valor de la persona puede definir con claridad los criterios para evitar ponerse en situaciones que afecten la marca, el valor del equipo, la unidad y eso tenga un impacto negativo en la organización”, sostuvo.
Francisco Roeder, docente de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Trujillo, resaltó que esta clase de especializaciones potencian el conocimiento de los futuros ejecutivos para que puedan resolver problemas de forma eficiente. “Se necesita una mirada con todos los conocimientos adquiridos en un MBA para poder romper el hielo, llegar a otras culturas y poder hacer negocio. Necesitamos personas con estas capacidades, que tomen la iniciativa para que este país se desarrolle”, expresó.
Hay que compatibilizar bien los objetivos de la organización con los objetivos personales del colaborador.
Las funciones de un CEO en los tiempos modernos
Según Fernando Pérez, director de operaciones y transformación digital de la Escuela de Dirección de la Universidad de Piura (PAD), en la actualidad un CEO debe inspirar a su equipo, influenciar positivamente para que este crezca en competencias y habilidades. Todo ello, dijo, redundará en resultados positivos en la organización.
“Saber gestionar en medio de la incertidumbre, tener una visión de futuro del negocio, ser lo suficientemente resiliente para levantarse después de situaciones complejas es lo que hace a un CEO una persona exitosa y ese liderazgo hace competitivo en el negocio que ellos dirigen”, afirmó.
En su consideración, la posición de CEO es una a la que todo profesional desea llegar y que alcanzan solo las personas que, a lo largo de su desarrollo profesional, muestran que son talentosas o con capacidades extraordinarias.
“Los CEO que tratamos de transmitir estos modelos con elementos de empuje, ilusión, trabajo duro, de momentos difíciles, de transformación continua, solo funcionan con un equipo fantástico, alrededor de gente muy buena y con una intención común”, complementó Andreu.
Dirigir no es ejercer una autoridad, es desarrollar la capacidad de comunicación y la credibilidad.
Perfil del egresado del MBA
Un profesional que estudia un MBA va a desarrollar una marca personal, conformada no solo por cómo se desempeña en su trabajo, sino también por cómo se desenvuelve en un espacio académico, espacios sociales o en las actividades, según Pérez.
“Uno ve en una persona que ha terminado un MBA a una persona completa, evidencia que esta saca aprendizajes de distintos ámbitos e influye en otros. Es alguien que está aspirando a seguir creciendo continuamente, pero entiende que es importante lograr un equilibrio entre su trabajo, vida personal y académica. En esencia, le va a permitir tomar mejores decisiones”, apuntó.
Un directivo tiene la responsabilidad continua de inspirar a los miembros de su equipo.
Destacó también que uno de los puntos más importantes que se aprende al estudiar un MBA es que no hay fórmulas exactas para resolver todos los problemas. “Las personas vienen con conocimientos de aplicación directa, pero cuando estudias un MBA te vas entrenando para poder entender situaciones complejas, ya que te das cuenta de que en las organizaciones no existe uno, sino múltiples problemas interconectados”, dijo.
Ángel Andreu aseguró que un MBA transforma a quienes lo cursan. Y mencionó que “entramos con una formación muy básica, enfatizada en aspectos más económicos, desde un entorno de responsabilidades solo parciales, pero al final somos personas distintas y estamos acostumbrados a ver los problemas no como irremediables sino como oportunidades”.
Por otra parte, La Madrid mencionó que la evolución de la tecnología ha obligado a no solo impartir la enseñanza del liderazgo tradicional, sino del liderazgo digital. “Todo lo que son teorías de liderazgo básicamente señalan que esta tiene dos componentes: el líder y el seguidor. Sin embargo, de cara al futuro, por la transformación digital, aparece ahora el concepto de liderazgo digital, que tiene, por un lado, a un líder, por otro a un seguidor y ahora también a un activo digital. Este puede ser desde un simple software hasta la inteligencia artificial (IA)”, comentó.
En la misma línea, el director ejecutivo del MBA de UNIR comentó que no hay que tenerle miedo a la IA, puesto que se trata de una herramienta imprescindible tanto para los actuales y como para los futuros CEO. “Estamos hablando de una súper herramienta que nos ayuda, que encaja con los perfiles de personas o directivos como nosotros, que somos los realmente necesarios y seguiremos siéndolo a lo largo del tiempo”, añadió.
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